jueves, 19 de febrero de 2015

A días del lanzamiento del nuevo tren, cómo se viaja hoy en Ferrobaires

Demoras, formaciones sobrevendidas, peleas entre pasajeros, gente viajando en el piso y poco confort. Tildan a la nueva formación cero kilómetro como la de “la discriminación”.

“Pasen sin pasaje, se paga arriba”, es la orden del controlador en la estación de Junín. La larga fila que salía del hall de la boletería y se extendía sobre toda la fachada del edificio se dirige hacia los coches.


Muchos fueron desde Chacabuco a Retiro de pie, como un viaje urbano. Foto: Hernando Maglio.

Es lunes 9 de febrero y el tren 1514 proveniente de Alberdi que debía salir de Junín hacia Retiro a las 4.50 seguirá detenido hasta alrededor de las 5.30, cuando se terminen de acomodar todos los pasajeros. Lo que tendría que ser algo rápido y sencillo termina en caos. Un servicio sobrevendido, varios pasajeros con el mismo número de asiento, decenas sin boleto que practican una extraña remake del “Juego de la silla”, discusiones, empleados echándole la culpa a “los de Alberdi” y “al boletero”.

En medio del estado de confusión general, la falta de respeto y consideración entre algunos pasajeros dejó en un segundo plano a la desprolijidad por parte de Ferrobaires.

“Se va a tener que levantar señora. Yo tengo este lugar”, le advirtió un hombre, mostrándole el pasaje, a una mujer que iba con un niño en brazos y otros tres chicos. “Yo también tengo en este lugar. Nosotros pagamos. Yo no me voy a ir a ningún lado”, respondió ella. “Pero yo también pagué y me dieron este asiento”, siguió él, que poco parecía importarle la situación de la madre con sus hijos, aún cuando también le exhibieron sus pasajes. La discusión orbitó alrededor de esa lógica durante algunos minutos. El hombre dijo que iba a buscar al guarda pero no volvió.

Otra fue la suerte de una familia entera que se movilizaba con una gran cantidad de bolsos en dos asientos de tres enfrentados. De nuevo la duplicidad de boletos. Esta vez dos hombres, con ayuda de los guardas, lograron imponer su voluntad por sobre la de una mujer con sus chicos, también cada uno con su boleto. “¿Pero me vas a hacer movilizar todo esto? ¿Y a dónde vamos?”, preguntaba la madre. “Los vamos a acomodar en el otro coche, hay algunos lugares”, dijo el empleado. El grupo levantó campamento. Terminaron desparramados en distintas filas y vagones.
“Lo que se privilegia es la comodidad (sic)”, repetía uno de los guardas. Supuestamente refiriéndose a la clase del coche. Aunque el 1514 hace tiempo que no cuenta con pullman.

Episodios como estos se multiplicaron durante 40 minutos hasta que la formación partió. Con todos los asientos ocupados, la gente viajaba en el piso de los baños e incluso acostada arriba y debajo de las bachas.

Entre los pasajeros y el personal de a bordo sobrevolaban varias causas del desmadre. Una de ellas era que “el boletero de Junín que tenía que abrir a las 4, se quedó dormido y arrancó 4 y media”. Otra, que la sobreventa ocurrió porque “los guardas que venían desde Alberdi bajaron en Junín y se llevaron las planillas de los boletos que vendieron”. Al llegar a Junín, la formación –la única que hace Alberdi - Retiro en la semana–viene con un solo coche semi completo y suma otros dos en esta ciudad. Sin pasajes con lugares asignados, la mayor parte de la gente se acomodó donde pudo.

Para algunos viajeros, el desorden comenzó cuando Ferrobaires redujo la frecuencia desde y hacia Alberdi y quitó el servicio de los domingos. Otros –y también parte del personal– apuntaron que esa suspensión también generó una concentración de pasajeros los lunes. “Muchos de los que venían a las visitas de la cárcel se volvían en el tren de los domingos. Ahora se juntan con los del lunes y los que vienen a hacer turismo por el fin de semana”, afirmó un controlador de boletos.

El viaje recobró cierta normalidad hasta llegar a Chacabuco. Allí, otra vez los problemas con los lugares. Pero con el tren lleno, la mayoría debió conformarse con viajar sentados en el piso.

A pesar de que los pasillos estaban colmados, el que nunca interrumpió su marcha fue el carrito de café y sándwiches. Así cada vez que pasaba todos debían hacerle lugar. Siempre alguien compraba.

Pasadas las 7, los guardas comenzaron a vender los pasajes. Hubo discusiones con quienes argumentaban que por viajar en el piso no les correspondía pagar. “Bueno entonces te bajás en la próxima”, era la respuesta del personal.

A quienes habían subido en Junín, les vendían el pasaje como si lo hubiesen hecho en Cucha Cucha. En lugar de 70 pesos, pagaban 65. No se trataría de un descuento, sino de que en realidad, nadie debía haber subido en Junín sin pasaje.

Y durante el viaje, lo de siempre. El famoso “samba rodante” provocado por el mal estado de las vías que hace saltar y agitar hacia todos lados los coches, la tierra que entra por las aberturas y la baja velocidad que hace que el viaje se torne interminable. El horario previsto para la llegada a Retiro era 10.24, el real fue pasadas las 11.

Todo esto sin mencionar las frecuentes interrupciones que sufre el servicio. Cabe destacar lo que ocurrió el viernes pasado con el tren que quedó varado en Cucha Cucha luego de perder todo el gasoil (?). 

Fuente: DiarioDemocracia.com

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