Los desembarcos del Presidente al conurbano bonaerense se caracterizan por ser sigilosos y fugaces. Con esta nueva forma de visitar las zonas "hostiles", Mauricio Macri intenta evitar escraches e incidentes.
Ayer Macri pisó Berazategui, uno de los distritos que el PRO considera más incómodo. La visita duró dos minutos: el Presidente bajó del tren, posó en una foto con el alcalde Patricio Mussi, un cruzado cristinista, y se fue.
Antes del acto, protocolo de Presidencia prohibió a Juan José Mussi, diputado, ex intendente y padre del actual, que espere en el andén la llegada del tren que Macri había tomado en Ezpeleta. Temprano, fuera de las fotos oficiales, militantes del PRO peronismo de Berazategui que reportan a Ricardo Giacobbe, se movilizaron para bloquear una marcha de La Cámpora que se dirigía a la estación para protestar contra el Presidente.
La cautela en la bajada a Berazategui se vincula a que hubo, 20 días atrás, un intento fallido de visita de Macri a una cooperativa en Wilde, Avellaneda, pero que se suspendió porque hubo amenazas y alertas sobre incidentes.
Ese episodio, más una serie de hechos complejos que se definieron como "pre-saqueos" en hipermercados, sembraron el argumento de Vidal para denunciar intentos de desestabilización. Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, el ultra K que vía Andrés "Cuervo" Larroque ascendió a la vicepresidencia del Instituto Patria, retrucó a la gobernadora. "Ella debería agradecer, en lugar de criticar, a los jefes comunales que contienen las demandas sociales en sus municipios y hacen que no suceda absolutamente nada", dijo el peronista.
El encargado de responderle a Ferraresi fue el vidalista Manuel Mosca. El vice de la Cámara de Diputados bonaerense acusó de "avalar y justificar la violencia" mientras en la parrafada dejó caer una admisión. "Los vecinos la pueden estar pasando mal porque es un momento difícil, pero no son violentos", dijo el diputado que tiene base territorial en Avellaneda donde está su esposa, Gladys González, ex diputada que está a cargo de la intervención del SOMU.
Con visitas cortas, Macri intenta evitar escraches en el Conurbano
Lo cierto es que tanto Macri como Vidal temen reacciones. Tuvo varias experiencias incómodas y los informes "ambientales" sobre la situación política y social en el Gran Buenos Aires están repletos de alertas. Por eso, el microacto presidencial en Berazategui se confirmó el viernes, 72 horas antes. Ese día desde Presidencia se lo notificaron a Mussi pero con la indicación precisa de no difundir ni promocionar la actividad hasta ayer por la mañana.
El dato igual circuló y por eso hubo grupos que se movilizaron para protestar contra la visita. Los Mussi, especialmente Patricio, integran el clan de los dirigentes más cristinistas. En el distrito hay, además, algunos frentes críticos que tensan adicionalmente la relación con la Casa Rosada. En las últimas semanas son frecuentes los apagones que, en algunos barrios, se han extendido durante cuatro días, una situación que derivó en varios amparos judiciales.
Montado a la tensión, Mussi se esforzó por agitar que la inauguración del tramo Ezpeleta-Berazategui, centro del tren electrónico de la línea Roca, es producto de una obra que se inició en el último tramo de la gestión K.
En sus primeras semanas como presidente, Macri hasta se permitió invitar a Florencio Randazzo a una inauguración. El ala macrista de trinchera sostiene que las bajadas de Macri deben continuar y que deben acompañarse con un despliegue político en el territorio, en particular en el conurbano sur donde en 2015 el candidato del PRO perdió las tres elecciones en las que participó: en agosto obtuvo un 24%, en octubre el 34 y en noviembre un 48%. El pacto de Vidal con Emilio Monzó para establecer una estrategia con ese fin, en una operación que también incluía a Jorge Macri, quedó en stand by. Un dato lo visibiliza: en la reunión que Vidal organizó el sábado último para analizar los seis meses de gobierno no hubo ningún delegado del monzoísmo.
Fuente: Minutouno.com
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