noviembre 25, 2016 / Guillo Dietrich / planificación, Transporte público
Esta semana, en medio de la visita del Primer Ministro japonés Shinzo Abe a la Argentina (hace 57 años que un Jefe de Estado japonés no visitaba el país!) me reuní con representantes del gobierno nipón y con Fumiya Kokubu el CEO de la empresa MARUBENI a la que le compramos los frenos automáticos para nuestros trenes. Con ellos ratificamos, a través de un Memorando de Entendimiento, la compra de esta tecnología. El freno automático es un sistema de seguridad que está presente en los ferrocarriles más desarrollados del mundo y que nosotros tenemos únicamente en el 10% de nuestros trenes (sólo en el 33% de la línea Roca), pero que en cuatro años será extendido a TODAS LAS LÍNEAS metropolitanas. ¿Cómo funciona el sistema? Si el dispositivo detecta que la formación va a una velocidad mayor que la permitida o no se detiene cuando es debido, el freno se activa automáticamente. La efectividad del sistema se comprueba en los números, fíjense.
Mayor seguridad para todas las líneas de trenes
El Shinkansen es un tren de alta velocidad japonés que puede alcanzar los 320 km/h. Ustedes dirán “circular a esa velocidad debe implicar cierta cuota de riesgo”. ¿Saben cuántos muertos en choques ha producido este tren en los últimos 50 años? Cero. ¿Saben cuántas víctimas existieron en siniestros de trenes en Argentina en los últimos 20 años? 61 muertos y 1.483 heridos. Este tremendo daño podría haberse evitado si hubiéramos tenido los frenos automáticos. Y la posibilidad existió, el primer dispositivo de este tipo se instaló en el Roca en el año…1985. Hace poco en una visita oficial a Japón conocí a Toshihico Tesuka, el técnico que vino a la Argentina a mediados de los 80s a instalar la tecnología. Incluso nos mostró los planos, que habían acumulado polvo por 30 años, y nos contó su maravillosa historia, porque en esa estadía a Buenos Aires conoció a su actual esposa.
Se terminó la desidia e ineficiencia de los políticos que impidió que se hicieran las obras estructurales que requerían nuestros trenes. Viajamos a Japón, mantuvimos reuniones con los fabricantes, negociamos, planificamos y producto de nuestro esfuerzo hoy el panorama es muy positivo: en los próximos 4 años completaremos la instalación del frenado en el 90% de la red que hoy no lo tiene, mejorando sensiblemente la seguridad de los 300 millones de pasajeros que lo usan anualmente y los 23 mil trabajadores ferroviarios. Para ese fin destinaremos 260 millones de dólares, la mayor inversión ferroviaria en los últimos 30 años.
Y quisiera hacer una reflexión más sobre los japoneses, porque ellos son los expertos número 1 en trenes. Alcanza con decir que de las 40 estaciones más transitadas del mundo, 36 están en Japón. Bueno, aunque muchos no lo sepan, para construir el Metro de Tokyo ingenieros japoneses visitaron nuestro Subte, al que tomaron como referencia y guía. Nuestro Subte, el primero de América Latina, fue fundado en 1913 ; su Metro en 1927. Alguna vez los japoneses tuvieron a nuestros trenes de modelo, hoy nosotros aprendemos de ellos. Pero ¿saben cuál es el mayor aprendizaje? El secreto de ese enorme ascenso de la infraestructura japonesa fue el trabajo, la ética intachable y la constancia. Esos son los valores con los que ahora estamos avanzando en el plan más ambicioso de transporte de la historia de nuestro país. Y los primeros resultados ya están a la vista.
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