domingo, 8 de julio de 2018

Levet, el maquinista que se inmoló en la tragedia de Alpatacal

Tras 91 años se conoció un informe que revela detalles escalofriantes del choque de trenes en La Paz, en el que murieron militares chilenos y obreros ferroviarios

por Enrique Pfaabpfaab.enrique@diariouno.net.ar

Levet, el maquinista que se inmoló en la tragedia de Alpatacal

Por primera vez, públicamente, 91 años después de aquella trágica madrugada del 7 de julio de 1927, se pueden tener un informe oficial y testimonios directos de lo que ocurrió en la estación Alpatacal, en el departamento de La Paz. Esa noche dos trenes chocaron de frente y murieron dos cadetes chilenos y diez integrantes del Ejército trasandino que viajaban a participar en el desfile del 9 de Julio en Buenos Aires. Hubo 17 obreros ferroviarios fallecidos y 57 heridos. El material quedó casi olvidado en el anexo de una biografía familiar, publicada en una edición particular prácticamente desaparecida.
Ferrocarriles Argentinos tardó 41 años en dar un informe oficial, y lo hizo a pedido de la familia Von der Heyde, ya que tres de sus integrantes viajaban en uno de los trenes y sobrevivieron milagrosamente.
El informe técnico de la compañía Buenos Aires al Pacífico (BAP) fue reservado hasta octubre de 1968, cuando Carlos Begenas, de la oficina de prensa del Ferrocarril General San Martín, por autorización del general de brigada Juan Carlos de Marchi, presidente de Ferrocarriles Argentinos, lo dio a conocer.
"El tren número 3, que iba desde Buenos Aires rumbo a Mendoza, fue embestido cerca de la estación Alpatacal por el tren número 3.092, que hacía el recorrido inverso. El primero iba a poca marcha o ya había frenado cuando el choque se produjo. Estaba al mando del maquinista Levet, quien ordenó al foguista saltar y se inmoló con su máquina", dice el informe.
Y establece responsabilidades: "La investigación técnica atribuyó el impacto a que el maquinista del tren 3.092 (el que había salido de Mendoza), Avelino Bavio, de 34 años de edad, hombre de confianza y que murió en el accidente, no vio la señal colorada del segundo semáforo y no pudo frenar pues, lanzado a una velocidad de 65 kilómetros por hora, necesitaba 1.000 metros para hacerlo".
El informe también relata que "el tren 3.092 salió de Mendoza a la 1 de la madrugada, después de un ágape ofrecido por el gobernador de Mendoza, doctor Alejandro Orfila, a los cadetes chilenos bajo el mando del director del Colegio Militar de Chile, coronel Juan María Barceló Lira".
El tren venía arrastrado por dos máquinas en tándem, con dos maquinistas, dos foguistas y el inspector Tomás Bunting, que murió en la catástrofe, cosa que recién se supo cuando se encontró su reloj entre los escombros. "Su cuerpo fue seguramente pasto de las llamas", dice el informe.
"Después de las máquinas venía una jaula de seis caballos que se quemaron vivos, un furgón para equipaje, un coche de primera, dos coches comedores y diez coches dormitorios.
Los dos convoyes medían 280 metros de largo. Después del choque solo ocupaban 75 metros, lo que ilustra acabadamente acerca de la violencia del impacto.
Murieron dos cadetes chilenos, diez militares chilenos y 17 empleados ferroviarios. Un total de 29 personas. Resultaron heridos, muchos de gravedad, 48 cadetes y militares chilenos y nueve empleados ferroviarios, en total 57 personas".
La sobreviviente Zelmira Garrigós
Zelmira Garrigós de Von der Heyde, esposa de Alejandro Von der Heyde, familia trascendental en la historia del departamento de San Martín en los comienzos del siglo XX, escribió una biografía familiar que tituló "La vieja casona", refiriéndose a la vivienda que tenían los Von der Heyde y que aún hoy es una emblemática propiedad de la ciudad del Este provincial.
A esa biografía, su hijo Carlos le hizo algunos anexos, escritos por la propia Zelmira y por su hermano Fernando.
Allí está el relato que hacen Zelmira y Fernando del accidente, ya que la madre y los dos hermanos viajaban en el tren que venía de Buenos Aires el 7 de Julio de 1927.
Dice la mujer: "El 7 de julio tomamos el tren para Mendoza (Carlos), Fernando y yo. Nos despedimos de Alico (se puede referir a su esposo o a su hijo mayor) en la estación (Retiro) contentos y tranquilos, sin sospechar lo que nos esperaba. Hasta las cuatro de la mañana dormimos apaciblemente cuando, de pronto, un sacudón fenomenal nos despertó sobresaltados. Simultáneamente oímos una gritería espantosa, ensordecedora".
Zelmira viajaba en un camarote con Fernando. En el de al lado, conectado a través de una puerta que estaba abierta, viajaba Carlos.
"Desde nuestra ventanilla pudimos ver el fulgor de un pavoroso incendio", que se desató inmediatamente después del impacto. La familia y los pasajeros que venían de Buenos Aires viajaban en los dos últimos vagones y salvaron sus vidas.
Zelmira cuenta que "hacía un frío glacial" y que podía ver "un espectáculo macabro: la hoguera amenazaba a seres humanos que clamaban con desgarradores alaridos para que, por caridad, los ultimaran", debido a que estaban atrapados entre los hierros.
"Los ilesos, desesperados, se veían impotentes para auxiliar a aquellos mártires aprisionados por estructuras de hierro y maderas ardientes... ¡Aún hoy me parece oír aquel ¡Má-tenme...! ¡Mátenme...! que se unía a una visión dantesca imposible de borra de la memoria", relata la mujer. Y luego cuenta que "mataron a un herido de un balazo, para librarlo de quemarse vivo".

FUENTE: Diario Uno 

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